Buscando la consolidación del nuevo modelo

1. Pelea política y sustentabilidad de mediano plazo

– Asistimos en estos días a la puesta en práctica concreta de la etapa del gradualismo con reformas permanentes. Con la sanción de los cambios previsionales, la reforma tributaria, Presupuesto 2018 y responsabilidad fiscal, comienza una etapa donde se busca asegurar el crecimiento sustentable, favoreciendo la competitividad, las inversiones y el empleo privado. Claro que “pasar” estas leyes no estuvo exento de mucha conflictividad social, donde seguramente el gobierno empezó a consumir el capital político que dispone para avanzar en temas “antipáticos” (previsional), pero necesarios para abordar redistribuciones de recursos entre la Nación y las Provincias sin comprometer la trayectoria descendente del déficit fiscal.

– En éste contexto, planteamos las proyecciones económicas para el próximo año, que prevén la continuidad de la desinflación y una expansión de la economía moderada. Así comienza, en 2018, la segunda mitad del torneo del Cambio. Con el equipo consolidado, y salvado del descenso, se debe buscar la mejor sintonía a fin de lograr resultados positivos y poder ir avanzando hacia categorías más altas. Para ello fue necesario sacar al equipo de una trayectoria que iba a la quiebra y donde no se tenía un horizonte futuro y encarar nuevos desafíos, con nuevos objetivos.

 

2. Contexto internacional: la consolidación de Brasil es la mejor noticia

– Tras el buen desempeño de la actividad global, se proyecta que la economía registrará una nueva mejora a lo largo del próximo año. De acuerdo con los datos del Fondo Monetario Internacional, la expansión económica se ubicará en 3,7%, levemente por encima de 2017, y alcanzará, así, a la mayor suba anual desde 2012 a la fecha. Brasil, nuestro principal socio comercial, consolidaría su marcha y, tras crecer 1,0% en el corriente año, expandiría su producto en más de 2,6% en 2018. Todo este escenario se verifica en un contexto de elevada liquidez global, dado que la tasa de política de los Estados Unidos continuará ajustándose levemente, teniendo en cuenta la llegada de un nuevo presidente a la Reserva Federal de Estados Unidos (FED). Así, los movimientos de capitales seguirán fluyendo hacia las economías emergentes, aunque con una mayor moderación.

 

3. Contexto local: inversión andando y el consumo desinflado

– Luego de la recuperación liderada por la inversión y acompañada con rezago por el consumo de las familias, la expectativa es que, en 2018, el nivel de la producción de bienes y servicios registre una expansión por segundo año consecutivo, algo que no ocurría desde los años 2010 y 2011. Nuestras previsiones proyectan una suba de 2,8% del PIB, similar a la del corriente año, lo que implicaría quebrar el techo de cristal que se registra desde 2011 a la fecha, dada la incapacidad de crecer que generaba la falta de divisas y el exceso de protección de los mercados locales.

– Como en 2017, los avances más significativos se registrarían en la inversión que se sostiene como la locomotora del crecimiento, aunque es factible que opere un cambio en la máquina que dirija al tren. En lo que respecta al consumo, el año será una combinación de 2016 y 2017. Durante el próximo año, la masa salarial y el crédito seguirán impulsando el consumo en general aunque también van a operar factores que incidieron a lo largo de 2016 y desalentaron el gasto, como la suba de tarifas y una tasa de interés real positiva. El sector externo mostrará luces y sombras, con un déficit que se agudiza pero un mejor desempeño de las exportaciones locales. La demanda de Brasil permitirá revertir el resultado de las exportaciones, impulsadas principalmente por las manufacturas industriales. Las compras seguirían siendo lideradas por la industria y la inversión.

– En síntesis, la economía volvería a crecer en 2018 logrando romper el techo de cristal pero mostrando una dinámica moderada y menor a la de los ciclos históricos que ha registrado nuestro país, al menos desde 1980 a la fecha. Ello se debe al enfoque gradualista de corrección de los desequilibrios que permite volver a crecer pero que requiere ajustes a lo largo de varios años a fin de volver a lograr la sustentabilidad de la economía, reduciendo el déficit fiscal y corrigiendo los precios relativos de la economía.