Informe Económico. ECONOMÍA VS POLÍTICA.

03 de diciembre de 2018

2019: riesgos políticos en una economía en pleno ajuste

  • Llegado diciembre, resulta necesario focalizarse en las perspectivas del próximo año, tomando como punto de partida lo ocurrido en el 2018. Este año estuvo signado principalmente por la falta de confianza de los inversores, que provocaron un fuerte cimbronazo de la economía, al quedarse sin crédito. El FMI vino a suplir la falta de financiamiento, al precio de exigencias de importantes ajustes de las cuentas fiscales y de cambios en la política monetaria y cambiaria. Pero si bien el Gobierno obtuvo el crédito del FMI, la confianza aún no ha sido restaurada. Y ello se debe principalmente a dos razones: por un lado, las expectativas de la población están afectadas por la recesión en marcha, mientras que la serie de fracasos económicos y promesas incumplidas impiden que vean una salida de la misma. Por el otro  lado, el año electoral implica riesgos de cambios de conducción (y de modelo económico), generando cautela. Bajo estas premisas, presentamos nuestro escenario base, donde prevemos una paulatina recuperación de la confianza y de las expectativas, y analizamos los posibles escenarios alternativos, tanto positivos como negativos.
  • Los niveles actuales de confianza y expectativas no apuntan a un buen 2019. Si bien existen factores positivos, es evidente que existen importantes riesgos, que afectan las perspectivas. Dentro de los factores positivos para 2019, se puede mencionar que se prevé un importante salto exportador a partir de la recuperación de la campaña agrícola y de una demanda sostenida de países clave para nosotros, como lo son Brasil y China. A ello se le suma la consolidación del crecimiento del sector energético y las menores distorsiones tarifarias. Desde el plano interno, se prevé que la moderación de la inflación permita una paulatina recuperación de los salarios reales, que se vería complementado con cierta recuperación del crédito.
  • Sin embargo, los factores negativos tienen mayor peso para explicar las proyecciones de crecimiento pobre (más allá del arrastre estadístico, que será fuertemente negativo). El peso del ajuste fiscal (evidenciado en una importante contracción de la obra pública y una fuerte presión impositiva), sumado a tasas de interés en niveles relativamente altos, afectan a las chances de recuperación a menos que la confianza inversora y del consumidor se recuperen de manera significativa. Y el año electoral (y los riesgos que de él emanan, incluyendo la posibilidad de un nuevo giro de orientación económica hacia recetas populistas) condicionan sin dudas a esa recuperación de la confianza.
  • Frente a estas condiciones, hemos elaborado tres distintos escenarios para el año 2019. El escenario central, que es similar al del REM recogido por el BCRA, responde a la expectativa central de la combinación de una estabilización financiera que se conjuga con un escenario electoral incierto. Y si bien se toma como escenario base que las elecciones finalmente no implican cambios de magnitud (políticos y económicos), no dejan de generar mientras tanto temores varios (desde eventuales impagos de la deuda hasta el regreso de controles exacerbados), llevando a una cautela que impide que se acelere la recuperación económica.
  • En lo que respecta al PIB se prevé que tras la caída de 2,4% en el corriente año, la producción de bienes y servicios siga en promedio en retroceso en el próximo año, cayendo cerca de un 1,6%. Pero ello se debe en realidad al efecto del arrastre estadístico negativo que deja el 2018, estimado en 2,5 p.p., dado que la economía lograría crecer 1,6% i.a. entre puntas. En este escenario prevemos que la inflación se desacelera con cierta rapidez, asumiendo que no se revierte el actual ajuste de los precios internacionales energéticos, se mantiene la estabilidad del tipo de cambio, y ya no se disponen fuertes ajustes tarifarios.
  • Luego planteamos otros escenarios divergentes respecto al base. En el escenario pesimista, el aumento de la incertidumbre electoral genera fuerte inestabilidad financiera, profundizando la recesión. En el escenario optimista, comienza a descontarse la continuidad de la actual administración, lo que permite una recuperación del crédito público, llegada de nuevos flujos financieros y recuperación de la inversión.
  • En definitiva, en términos económicos las expectativas para el próximo año no son demasiado favorables, dado el fuerte lastre que impone la incertidumbre ligada al tiempo electoral. Es que en un marco de fuerte ajuste económico, y pese a la mejora de los indicadores fiscales y externos, el consumo y la inversión se verán afectados mientras persista una actitud de cautela por parte de los agentes. Pero en la medida que los riesgos electorales se disipen, la confianza puede retornar rápidamente con el acompañamiento de una economía en la que las distorsiones se habrán atenuado drásticamente. Los niveles de riesgo país y de la confianza de los consumidores irán indicando hacia qué escenario nos dirigimos. 


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